En un entorno en el que las empresas empiezan a ser conscientes de que su éxito no depende exclusivamente de los productos que ofrecen sino de sus clientes, las auditorías automáticas han dado lugar a un nuevo paradigma para mejorar la calidad del servicio prestado y, en consecuencia, hacer que sea más fácil conservarlos y mejorar el posicionamiento.
Ante la necesidad de hacer del proceso de compra una experiencia que supere las expectativas del cliente aparecen las AAC (Auditorías Automáticas de Calidad), cuya función consiste en automatizar el proceso de control de calidad en los contactos que la empresa mantiene con sus clientes. Esta nueva metodología ha permitido optimizar y perfeccionar el proceso tradicional de auditoría de calidad, en el que se analizaba manualmente una muestra de interacciones entre empleado y cliente que no era, en ningún caso, ni representativa ni significativa.
Para ello, se utilizan herramientas de Analytics que transforman los KPIs previamente definidos por el Departamento de Calidad en categorías, gracias a las cuales se puede recoger el universo completo de interacciones y asignar notas de calidad objetivas. De esta manera, lo que se consigue es la generación de informes de seguimiento periódicos con los que obtener reportes automáticos, mantener actualizadas las categorías creadas y detectar tanto irregularidades como nuevos indicadores relevantes que inicialmente no estaban siendo considerados.