España es uno de los países con mayor número de oficinas bancarias por habitante pese a la reducción experimentada en los últimos años. Desde septiembre de 2008, el número de sucursales comenzó a descender significativamente, pasando de 46.118 oficinas a 32.428 en septiembre de 2014, lo que supone una disminución del 30% de la capacidad instalada antes de la crisis. A este proceso de reestructuración bancaria se ha unido una nueva tendencia impulsada por la aparición de nuevos hábitos financieros en los clientes y por el uso masivo de canales alternativos.
En este contexto, la Encuesta Mundial de Banca Digital indica que hasta 2016 los usuarios de banca móvil y banca online aumentarán un 64% y un 37%, respectivamente, en detrimento de otros canales tradicionales como las sucursales, cuyos usuarios se prevé que caerán un 25%. Una de las principales razones que explican este fuerte desarrollo de los canales alternativos es la creciente demanda por parte de los clientes de estos canales guiados por la comodidad, además de la necesidad de una atención permanente y/o la escasez de tiempo.
Así, los clientes han variado sus hábitos en estos últimos años, ya no acuden tanto a su oficina, y los canales alternativos han ido sustituyendo a la oficina tradicional poco a poco en muchas funciones.
Por ejemplo, los cajeros automáticos han multiplicado las transacciones que pueden realizar los clientes sin atención personal, y se ha producido un importante desarrollo de servicios online, donde los clientes pueden hacer casi cualquier operación sin desplazarse hasta la oficina y en cualquier momento.