Actualmente, el sector bancario español se enfrenta a cuatro retos. El cambio de los hábitos de los clientes, manifestándose en 2016, por ejemplo, en un incremento del 60% la utilización de la banca online; la entrada de nuevos participantes en el sector como las grandes tecnológicas Apple, Google y Facebook y las fintechs; una regulación cada vez más exigente para los participantes tradicionales del sector y que aún no afecta en toda su extensión a los nuevos entrantes; y unos tipos de interés muy bajos desde hace ya más de siete años y que amenazan con prolongarse durante más tiempo a niveles muy inferiores a los de 2008 cuando arranca esta crisis.
Ante ello, el sector ha realizado ya un enorme esfuerzo para adaptarse al panorama actual con una reducción, desde finales del 2008, de más del 30% en oficinas (más de 16.000 cierres) y en plantillas (más de 80.000 puestos de trabajo). Pero esto no es suficiente y la banca tendrá que seguir reestructurándose. De hecho, en el pasado ejercicio las principales entidades han perseguido la mejora de la rentabilidad mediante la reducción de los gastos de explotación, destacando, por ejemplo, CaixaBank con un -10,6% en una política enfocada en llevar la base de su coste operativo por debajo de los 1.000MM de euros/trimestre.
En este sentido, en el eje de costes, al margen de seguir cerrando sucursales, se están poniendo en marcha distintos conceptos de oficina para amoldarse a los diferentes clientes de forma más eficiente y eficaz, al mismo tiempo que se está avanzando con la digitalización de muchas tareas y procesos de cara a los clientes, que en muchos casos lo están ya demandando, y a empleados.
No obstante, la rentabilidad será el criterio que marcará a los líderes que impulsen esta nueva etapa del proceso de reestructuración y terminen dibujando la foto final. Pero la rentabilidad no surgirá solamente de la reducción de costes, sino que dependerá del incremento de ingresos. Sin embargo, es de destacar que los resultados de los principales bancos en 2016 y primer semestre de 2017 reflejan, de manera generalizada, una reducción de sus ingresos recurrentes, del que sólo se libran Bankinter, CaixaBank y Sabadell. Estos datos demuestran las dificultades a las que se sigue enfrentando la banca a la hora de generar ingresos sostenibles y atribuibles al negocio financiero.