Vamos camino de terminar un año en el que el mundo entero se paralizó por el Covid-19. Las sucesivas olas están poniendo a prueba la estabilidad de muchas industrias, especialmente la del sector bancario, al ocupar una posición protagonista en la recuperación económica. Durante estos meses, la pandemia ha obligado a estas entidades a replantearse sus estrategias de corto y más largo plazo, para adaptarse al nuevo entorno vía la evolución hacia un modelo que haga que el sector sea más fuerte y rentable. En este contexto, para conocer cuáles serían los pasos más acertados a dar para alcanzar estos objetivos, es preciso entender la situación actual.
En primer lugar, habría que subrayar la situación de bajos tipos de interés del sector. Desde hace años, la Política Monetaria de la zona euro ha protagonizado una carrera descendente hacia tipos de interés próximos a cero e incluso negativos, medida que implantó Mario Draghi para incentivar la economía europea, haciendo el BCE de esta variable, a día de hoy, un elemento económico estructural. En este sentido, parece que se mantendrán unos tipos de interés próximos a cero por un tiempo dilatado.
Adicionalmente, la morosidad también preocupa al sector, y es que “la recuperación prevé ser incierta, incompleta y desigual”, palabras textuales del vicepresidente del BCE de hace unos días. Mientras que el Banco de España prefiere ser prudente, no descarta que la morosidad alcance un nuevo máximo histórico que oscilaría entre el 11,1% y 15,3%, en comparación con el 13,6% de 2008. En este contexto, consejeros delegados de grandes bancos españoles, como Gonzalo Gortázar (CaixaBank) o José Sevilla Álvarez (Bankia), están de acuerdo en que, si bien se esperan repuntes próximamente, medidas como los ERTE o los préstamos ICO, siguen teniendo un impacto positivo en el control de estos impagos. No obstante, pese a que la tasa de morosidad sea aparentemente estable en estos momentos, entidades como CaixaBank ya han aplicado elevadas provisiones, precisamente, para anticiparse a posibles aumentos de la misma.
Por último, se está produciendo un punto de inflexión en el sector financiero, en parte motivado por las presiones europeas, para que las entidades bancarias acerquen posturas. En este sentido, CaixaBank y Bankia han sido las primeras entidades en anunciar que se unirán lo que provocó una revalorización de las mismas en un 12% y 38%, respectivamente. Esta unión se haría efectiva en los primeros meses de 2021 y daría lugar al mayor banco de España, gestionando más de 600.000 millones de euros en activos, lo que supondrá un 25% del total del sector, además de contar con casi 7.000 sucursales y una plantilla de más de 50.000 empleados. Por su parte, Unicaja y Liberbank decidirán hacia finales de 2020 una posible fusión, dando pie a una nueva entidad que acumularía más de 100.000 millones de euros en activos.